Un/a tutor/a, como responsable y referente del proceso educativo
de un grupo de alumnos/as ha de poseer ciertas competencias, entre ellas, y
quizás sobre todo, sociales, que le permitan mediar, orientar y guiar a sus
educandos. Así mismo, existen ciertas herramientas útiles para el trabajo con
grupos que pueden facilitar esta tarea. Por ello, la formación de los docentes
en el trabajo con grupos debe ser contemplada como parte fundamental de la
labor educativa.
En clase, por grupos, pensamos acerca de las competencias
más importantes que debía mostrar la figura profesional del docente en su
relación con profesores/as, alumnos/as y padres. Así, decidimos que un/a
tutor/a ha de desarrollar ciertas competencias que faciliten esta interacción
con la comunidad educativa:
Líder
Tolerante
Paciente
Flexible
Responsable
Entusiasta
Influencer
Apasionado/a
Comunicador/a
Mediador/a
Creativo/a
Motivador/a
Empático/a
Observador/a
Cercano/a
Seguro/a
Organizado/a
(Irene, Eva, Julia, Rosmy,
Iván, Jesús, Andrea)
A modo de conclusión, me gustaría mencionar dos de las
virtudes que Paolo Freire, pedagogo brasileño, señala han de poseer aquellos
educadores/as comprometidos con la transformación del mundo.
Por un lado, Freire nos habla de “vivir la tensión entre
la palabra del educador y la palabra de los educandos”, es decir, hace hincapié
en la necesidad de que los/as alumnos/as sean los verdaderos protagonistas del
discurso e implica despertar en ellos/as el gusto por la pregunta.
Por otro lado, reflexiona sobre “vivir la tensión entre
el aquí y ahora de los educandos y el aquí y ahora del educador”, refiriéndose a
la necesidad de comprender como los educados interpretan su realidad y de que
toda acción educativa parta de esta.
En mi opinión, cultivar estas virtudes requiere promover
el diálogo igualitario y tener en cuenta la inteligencia cultural de todas las
personas que componen la comunidad educativa.
Al hilo de esta consideración, el tutor/a debería tratar
de generar un clima de confianza en el aula que facilite el establecimiento de
vínculos con y entre el grupo. Para ello, creo que es necesario que el docente
se comprometa con sus alumnos/as, es decir, que se sienta implicado en la
gestión del grupo. A veces, la cercanía puede ser una herramienta muy potente para
promover una comunicación intragrupal exitosa.
Detalles como llamar por el nombre a los/as alumnos/as (o
mote, si le tuvieran y así lo quisieran), mostrar interés si un día faltan,
escuchar sus intereses y/o preocupaciones, conocer su contexto, permitirles
compartir sus experiencias… pueden marcar la diferencia.
¿Habéis tenido tutores que se preocuparan cuando habéis
faltado a clase? ¿Qué os preguntaran cómo había ido el médico? o ¿Qué tal había
salido la operación de un familiar? o ¿Por qué estabais tan tristes, o tan
contentos?
¿Cómo recordáis vosotros/as a esos profesores? A eso me
refiero J
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